Datos sobre Oracion A San Benito Abad

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La medalla asimismo tiene un gran poder de exorcismo y se usa como un símbolo de protección. Es requerida para la conversión de los pecadores, en especial si están en peligro de muerte, e incluso para remover vicios de toda clase. Diríase que el poder de la medalla de San Benito reside en que, quien la porta, consigue el perdón de sus errores durante la celebración de este santo, misma que los católicos festejan el 11 de julio. Cuando deseamos sentir paz en nuestra vida procuramos llevar a cabo la oración a San Benito, pero si lo que requerimos es urgente, tenemos la posibilidad de acudir a San Expedito en oración, es el patrón de las situaciones más urgentes. nos cubre con su amor y nos alumbrará en las penumbras. Era vegetariano y ayunaba todos los días fue un poderoso exorcista tenía ese don para someter a los espíritus malvados lo ejerció usando como sacramental la conocida cruz de San Benito.

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Novena A San Benito Por La Sanación Física Y Protección Espiritual

No únicamente los laicos, sino más bien asimismo los dignatarios de la Iglesia iban para mudar impresiones con el fundador, cuya reputación de santidad, sabiduría y milagros habíase extendido por doquier. Creía que el trabajo no únicamente dignificaba, sino que conducía a la santidad y, en consecuencia, lo logró obligación para todos y cada uno de los que ingresaban a su red social, nobles y plebeyos por igual. El tenía la suprema dirección sobre todos, lugar desde donde vivía con ciertos monjes escogidos, a los que deseaba formar con especial cuidado. El mismo día regresó a Subiaco, no para llevar por más tiempo una vida de retiro, sino más bien con el propósito de empezar la enorme obra para la que Dios lo había preparado durante estos años de vida esconde. Id y encontrad un abad a tu gusto, por el hecho de que después de esto yo no puedo establecerme por más tiempo entre vosotros». En el momento en que hizo el signo de la cruz sobre el vaso, como era su práctica, éste se rompió en pedazos como si una piedra hubiese caído sobre él.

Las grandes fiestas son Navidad, Epifanía, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Muy santa Trinidad, Corpus Christi, La Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Beatos y fiesta de San Benito. Que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del contrincante, todo el poder del demonio, todos los ataques e ilusiones de satanás, para que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo. Los monjes fueron a saber, y sí, de hecho terminaba de morir tan santa mujer. El beato que había vaticinado tantas cosas a otros, fue advertido con anterioridad sobre su próxima muerte. La enorme visión donde Benito contempló, como en un rayo de sol, al mundo entero alumbrado por la luz de Dios, sintetiza la inspiración de su vida y de su regla. Aunque primordialmente la regla está dirigida a los monjes de Monte Cassino, como señala el abad Chapman, semeja que hay alguna razón para opinar que fue escrita para todos los frailes del occidente, según deseos del Papa San Hormisdas. Quizás fue durante ese periodo cuando comenzó su «Regla», de la que San Gregorio afirma que da a comprender «todo su método de vida y especialidad, pues no es posible que el beato hombre pudiese instruir algo distinto de lo que practicaba».

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Tenía la edad suficiente para estar en medio de sus estudios literarios, para comprender el auténtico significado y el valor de la vida disoluta y libertina de sus compañeros, y de haber sido intensamente perjudicado por el cariño de una mujer. Se encontraba al principio de la vida, y tenía a su disposición los medios para una carrera como noble romano; claramente no era un niño sino más bien un adolescente.

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A su imaginación se le presentaban escenas más corruptas y le llegaba el recuerdo de determinada mujer que él había visto hacía tiempo y sentía toda la fuerza de la pasión. Rezaba y solicitaba ayudas al cielo, y por fin en el momento en que sintió que ya iba a consentir, se lanzó contra un matorral lleno de punzantes espinas y se revolcó allí hasta el momento en que todo su cuerpo quedó herido y lastimado. De esta manera, a través de esas heridas anatómicos logró curar las heridas de su alma, y la tentación impura se alejó de él. La ciudad de Roma se encontraba habitada por una mezcla de cristianos fervorosos, cristianos relajados, paganos, ateos, bárbaros y toda clase de gentes de diversos países y de variadas creencias, y el ambiente, especialmente el de la juventud, era espantosamente relajado. Conque Benito se dio cuenta de que si permanecía allá en medio de esa sociedad tan dañada, iba a resultar un tremendo corrompido. Y sabía muy bien que en la lucha contra el pecado y la corrupción resultan vencedores los que en fachada son «cobardes», es decir, los que huyen de las oportunidades y se distancian de la gente malvadas.

Poco tiempo después, el santo se descubrió por ciertos pastores, quienes al comienzo lo tomaron por un animal salvaje, pues se encontraba cubierto con una piel 9de bestia y por el hecho de que no se pensaban que un ser humano viviese entre las rocas. Dios lo llamaba para ser un ermitaño y para abandonar el planeta y, en el pueblo lo mismo que en la localidad, el joven no podía llevar una vida oculta, en especial después de haber restaurado milagrosamente un objeto de barro que su nodriza había pedido prestado y de manera accidental roto.

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Para conocer si en realidad el santo tenía los poderes que se le atribuían, Totila ordenó que se le diesen a Riggo, capitán de su guardia, sus propias ropas de púrpura y lo envió a Monte Cassino con tres condes que habituaban asistirlo. Después de cuarenta días de ayuno, el santurrón se dedicó, en primer lugar, a predicar a la gente y a llevarla a Cristo. El abad, dándose impecable cuenta de que los malvados proyectos de Florencio estaban liderados contra en lo personal, resolvió abandonar Subiaco por miedo de que las almas de sus hijos espirituales continuaran siendo asaltadas y puestas en riesgo.

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